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La revolución de la ecología holística

Se trata … de respeto.

Cuando nos enfrentamos a la emergencia ecológica, primero pensamos en el calentamiento global, la contaminación, la deforestación, las especies animales en peligro, el plástico en los océanos. Pensamos en los reportajes de la televisión, los documentales, los artículos de prensa, los informes de los científicos. Nosotros PENSAMOS. Pensamos con nuestro cerebro.

Y entonces actuamos. Queremos cambiar las cosas, queremos reducir nuestro impacto, nuestros residuos, nuestro consumo. A veces nos involucramos en la política, admiramos a Greta Thunberg, manifestamos, escribimos nuestra preocupación en carteles y redes sociales. Actuamos con las manos y pensamos con el cerebro.

Y un día la máquina se descontrola: nos presionamos, queremos salvar el mundo, tenemos miedo del futuro, nos angustiamos y todo se derrumba. No es el sistema el que se derrumba, como lo predice la colapsología, sino nosotros mismos. Se derrumba desde dentro. Por haber PENSADO demasiado y no haber SENTIDO lo suficiente.

La emergencia ecológica es tal que cuando empezamos a actuar, nos centramos en este planeta que hay que cuidar y nos olvidamos de los que viven encima de ella, y en qué condiciones viven a veces.

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Después de derrumbarme, aprendí una lección que cambió mi visión del mundo. Respetar este planeta, es ante todo RESPETAR A LO QUE ES VIVO.

Es nuestro deber reparar el daño que hemos hecho a los bosques, a los corales, a la fauna… Pero también somos parte del ecosistema de la Tierra, y también es nuestro deber cuidarnos los unos a los otros. De hecho, el capitalismo excesivo que ha devastado nuestro planeta también ha traído sufrimiento, desigualdad, pobreza y división. Respetar el planeta, y RESPETAR A LO QUE ES VIVO.

Respetar a lo que es vivo es también respetarse a nosotros mismos.

¿Cómo podemos amar a los demás si no nos amamos a nosotros mismos? ¿Cómo podemos encontrar el valor para luchar por una causa, por nuestras convicciones, el valor para cambiar nuestras vidas, para ser más humildes, más solidarios, si no nos sentimos sólidos en nuestras propias vidas, en nuestros propios cimientos?

Desgraciadamente, el discurso ecologista suele inducir a la culpa¿Eres ecologista pero sigues comiendo carne? ¿Sabe cómo se trata a los animales en los mataderos? ¿Te llamas a ti mismo ecologista pero sigues usando tu coche? ¿Aún viajas en avion?

Es aún peor cuando decides compartir tus convicciones en las redes sociales, donde todo tu comportamiento es escrutado y criticado. En lugar de centrarte en tus imperfecciones, tienes que escucharte a ti mismo y hacer lo que puedas. Había llegado al punto de sentirme culpable por comprar acondicionador para el pelo, ¡incluso orgánico!

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Una nueva visión: la ecología holística.

Holístico viene del griego “holos”, que significa totalidad, el todo. Holístico significa “tener en cuenta algo como un todo”, “analizar algo sin dividirlo en partes”.

El enfoque holístico consiste, por tanto, en tener en cuenta un tema en su totalidad en lugar de considerarlo de forma fragmentada.

La crisis ecológica es más aguda que nunca. El mundo ya está cambiando. Pero ya no podemos tratar la ecología independientemente de la crisis social relacionada, que también se agrava día a día. Tampoco se puede negar el auge del individualismo y la consiguiente pérdida de puntos de referencia y valores.

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Esto parece muy teórico, pero las consecuencias son muy concretas: tomemos el ejemplo de cualquier producto que viene del otro lado del mundo, vendido a bajo precio en nuestros supermercados. Hay un desastre ecológico: el cacao o los plátanos, empapados de pesticidas, traídos a Europa en avión o en cargueros oxidados que cruzan el Atlántico. Y luego está el desastre humano: incumplimiento de los derechos laborales, contaminación local, expolio de los recursos y empobrecimiento de la población. Más cerca de casa, una madre soltera llevando dos empleos para pagar su alquiler y comprar alimentos para sus hijos. ¿La culparán por no usar cepillos de dientes de bambú? ¿Por no clasificar sus residuos, o por no comprar ropa cara y ética cuando ya está luchando por sobrevivir? La ecología sólo tiene sentido si razonamos con una convergencia de luchas: la lucha contra la contaminación Y la lucha contra las desigualdades sociales. La lucha contra el consumo excesivo Y contra el empobrecimiento. El mantra mencionado anteriormente adquiere todo su significado: RESPETANDO A LO QUE ES VIVO.

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Las dimensiones de la ecología holística :
La dimensión racional.

Nos enfrentamos a un flujo interminable de datos e información, estudios científicos contradictorios, debates interminables sobre lo que debemos temer. Encontrar fuentes de información fiables es a veces difícil e intentar entender algo en estas informaciónes puede provocar ansiedad. Tenemos que saber volver a centrarnos en nuestras convicciones más profundas y mantener nuestra curiosidad intelectual para estar informados de manera justa y constante. Negar las realidades y seguir con la ilusión de que este mundo puede seguir, como hasta ahora nos reconforta, pero esto sólo será temporal. El mundo ESTA cambiando. Está cambiando rápidamente, y no en el buen sentido. Así que más vale que aprendamos a adaptarnos ahora en lugar de retrasar lo inevitable, aunque a veces resulte difícil tomar un camino que no es el de la mayoría de la gente o el de nuestro entorno.

La dimensión emocional.

Ésta es también una dimensión crucial: aprender a gestionar y escuchar mejor nuestras propias emociones. Los cambios que se producen a nuestro alrededor, los acontecimientos climáticos extremos, las crisis sociales, las pandemias… Todos estos acontecimientos nos causan estrés. Tenemos derecho a sentirnos ansiosos frente a las noticias. Tenemos el derecho y es esencial acoger esta emoción, para poder evacuarla después. Del mismo modo, no somos perfectos y, ante estos trastornos, tenemos derecho a no reaccionar inmediatamente de forma perfecta. Tenemos derecho a hacer sólo lo que podemos hacer, a que nos cueste cambiar, a tomar nuestro tiempo aunque todo parece urgente. Es hora de dejar de escuchar los discursos culpabilizantes que sólo nos desaniman, no nos motivan a cambiar. Si la mayoria de nosotros se animara a empezar unos cambios, tendría más impacto que una minoría haciendolo todo perfecto. También es el momento de ser benevolente con los demás. En las próximas décadas, la solidaridad será fundamental para poder vivir todos juntos lo mejor posible (¡ya lo es!).

La dimensión espiritual.

No se trata necesariamente de obligarnos a creer en algo, o en una religión concreta. Se trata de ser bueno con nosotros mismos. Como he dicho antes, respetar a lo que es vivo es también respetarse a si mismo. Y empieza por tratar de encontrar un sentido a lo que ocurre en este mundo, para entenderlo mejor, y para encontrar al final un sentido a su propia vida. Cualquier práctica que te haga sentir bien, el yoga, las oraciones, el deporte, la meditación, el canto… Hazte sentir bien, y busca lo que tenga sentido para ti. Nunca estarás alineado con el mundo, y con los demás, si no estás alineado contigo mismo.

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